A lo largo de la historia del sector del automóvil hemos vivido una continua evolución en cuanto a las tendencias de fabricación y desarrollo del sector. Mientras que los motores se han ido desarrollando tecnológicamente, iban surgiendo en nuestra sociedad inquietudes medioambientales que se han traducido en normas anticontaminación.
La normativa anticontaminante es cada vez más restrictiva, y por ello con los años se han ido incorporando sistemas dirigidos a reducir las emisiones de nuestros coches. En el pasado los fabricantes estaban enfocados en la optimización del vehículo en cuanto a consumo y potencia, pero los cambios sociales sumados al aumento de población en grandes ciudades y de automóviles en países desarrollados ha presentado un nuevo problema. La gran cantidad de gases contaminantes emitidos ha despertado una preocupación por su repercusión en el medio ambiente y en las personas.
En este panorama, uno de los sistemas que está en continua modificación es el aire acondicionado.
El sistema de aire acondicionado es un circuito cerrado basado en la compresión y descompresión de un gas refrigerante, que se encuentra de esta manera cambiando de estado constantemente, utilizando la energía del propio motor de combustión. Por tanto, el principal instrumento de este sistema es el gas. Pero ¿en qué han podido influir a este las normas anticontaminantes?
Los primeros sistemas de aire acondicionado utilizaban un gas refrigerante llamado Diclorodifluorometano (R12), comercializado como Freón-12. El freón surgió como una alternativa a predecesores más tóxicos, hasta que se descubrió la influencia de este en el medioambiente y en la salud.
Fue entonces cuando el gas R12 fue sustituido por el R 134A, gas refrigerante de preferencia antes de la introducción de la nueva normativa. Se consideró que su GWP (potencial de calentamiento global) era extremadamente bajo, pero su funcionamiento en climas muy cálidos era deficiente, requiriendo de presiones de servicio mucho mayores. Fue entonces cuando se vio la necesidad de sustituirlo por un nuevo gas refrigerante que cumpliera la normativa, llegando entonces al gas de referencia actual, R1234yf, con un GWP de únicamente 4.
Es por ello que este gas se ha introducido con fuerza en el sector automovilístico, debido a sus grandes beneficios medioambientales y seguridad. Desde el año 2018 todos los vehículos de nueva fabricación deben usarlo. Con la misma capacidad de enfriamiento pero menores emisiones, este gas requiere de una estación de carga especial.
Sin embargo, el mayor inconveniente de este gas es el precio. El coste de este nuevo refrigerante es significativamente superior al R134A, llegando al doble de gasto de lo que suponía el modelo anterior. Se trata de una más de las innovaciones del mercado que empujan a los talleres a contar con todos los recursos para satisfacer las necesidades de los vehículos más nuevos, y a los clientes a mantener sus vehículos actualizados en un sector en constante evolución.
Modificaciones en el sistema de aire acondicionado y normativa anticontaminante
A lo largo de la historia del sector del automóvil hemos vivido una continua evolución en cuanto a las tendencias de fabricación y desarrollo del sector. Mientras que los motores se han ido desarrollando tecnológicamente, iban surgiendo en nuestra sociedad inquietudes medioambientales que se han traducido en normas anticontaminación.
La normativa anticontaminante es cada vez más restrictiva, y por ello con los años se han ido incorporando sistemas dirigidos a reducir las emisiones de nuestros coches. En el pasado los fabricantes estaban enfocados en la optimización del vehículo en cuanto a consumo y potencia, pero los cambios sociales sumados al aumento de población en grandes ciudades y de automóviles en países desarrollados ha presentado un nuevo problema. La gran cantidad de gases contaminantes emitidos ha despertado una preocupación por su repercusión en el medio ambiente y en las personas.
En este panorama, uno de los sistemas que está en continua modificación es el aire acondicionado.
El sistema de aire acondicionado es un circuito cerrado basado en la compresión y descompresión de un gas refrigerante, que se encuentra de esta manera cambiando de estado constantemente, utilizando la energía del propio motor de combustión. Por tanto, el principal instrumento de este sistema es el gas. Pero ¿en qué han podido influir a este las normas anticontaminantes?
Los primeros sistemas de aire acondicionado utilizaban un gas refrigerante llamado Diclorodifluorometano (R12), comercializado como Freón-12. El freón surgió como una alternativa a predecesores más tóxicos, hasta que se descubrió la influencia de este en el medioambiente y en la salud.
Fue entonces cuando el gas R12 fue sustituido por el R 134A, gas refrigerante de preferencia antes de la introducción de la nueva normativa. Se consideró que su GWP (potencial de calentamiento global) era extremadamente bajo, pero su funcionamiento en climas muy cálidos era deficiente, requiriendo de presiones de servicio mucho mayores. Fue entonces cuando se vio la necesidad de sustituirlo por un nuevo gas refrigerante que cumpliera la normativa, llegando entonces al gas de referencia actual, R1234yf, con un GWP de únicamente 4.
Es por ello que este gas se ha introducido con fuerza en el sector automovilístico, debido a sus grandes beneficios medioambientales y seguridad. Desde el año 2018 todos los vehículos de nueva fabricación deben usarlo. Con la misma capacidad de enfriamiento pero menores emisiones, este gas requiere de una estación de carga especial.
Sin embargo, el mayor inconveniente de este gas es el precio. El coste de este nuevo refrigerante es significativamente superior al R134A, llegando al doble de gasto de lo que suponía el modelo anterior. Se trata de una más de las innovaciones del mercado que empujan a los talleres a contar con todos los recursos para satisfacer las necesidades de los vehículos más nuevos, y a los clientes a mantener sus vehículos actualizados en un sector en constante evolución.